Escuchamos desde que somos pequeños que tenemos que ser como somos. La naturalidad y la espontaneidad hacen más factible mostrarnos tal y como somos, aunque la base para ser uno mismo, reside en la confianza y la autoestima. Conocerse a uno mismo o misma, es esencial para poder darse a conocer y comportarse como realmente nos sale del… alma.
En clave de espiritualidad o de paz mental, como sinónimo de bienestar o meramente como la búsqueda del verdadero yo, el coaching transpersonal, facilita la tarea de sacar lo mejor de uno mismo y convertirse en lo que realmente se quiere ser. Cuando decimos lo que se quiere ser, no hablamos de cambiar nuestra persona, hablamos de mejorar y explotar los puntos fuertes, fortaleciendo los débiles.
En lo relativo al coaching, diremos que está basado en la filosofía socrática, en la que Sócrates estimulaba a sus discípulos con la finalidad de que encontraran la verdad en su interior. Para lograr que alcanzarán ese punto, lo único que hacía era formularles preguntas que facilitaran ese acceso a su verdad. Por lo que el coaching transpersonal recoge este espíritu socrático y facilita a las personas esa movilización de la inquietud interna. Tanto si se trata de hacer una búsqueda en sentido existencial como si se pretenden conectar con la propia esencia.
A diferencia del coaching sin más, el transpersonal cuida los aspectos corporales, emocionales y cognitivos, añadiendo una mirada sistémico espiritual, obteniendo un enfoque integral. Este enfoque pone el punto en aquello que no se puede definir con palabras, por lo que se suelen utilizar términos como totalidad, unidad, no dualidad, conexión, vacío, ser… y similares. Esta terminología intenta conceptualizar lo que a nivel terrenal, resulta indescriptible. Si aludimos a la PNL, donde “el mapa no es el territorio”, se hace referencia a la limitación que supone el lenguaje su interpretación de la realidad, en comparación con la realidad en sí.
¿Cómo ayuda el coaching transpersonal?
Entender cómo funciona este proceso de entrenamiento es algo que nos han facilitado desde Vidaes Oasis de Bienestar, dedicados al yoga, pilates o el coaching, entre otras disciplinas. Se trata de un proceso de entrenamiento que permite alcanzan los objetivos personales, encontrando un motor y un sentido permanente en la vida personal o profesional. Son muchas las ocasiones en las que vamos por la vida dando tumbos, sin ser capaces de ver con claridad el camino y los objetivos. De hecho, es igual de común que, aun teniendo claro lo que queremos, tropecemos una y otra vez en el camino, sin ser capaces de alcanzarlos y sin saber porque. Hábitos, creencias o miedos, son los escollos que entorpecen nuestro camino por la vida.
Las personas no estamos hechas de departamentos estancos en los que existe una independencia interior. Somos un todo en el que se entrelazan, influyendo de diversas maneras, las emociones, creencias, pensamientos, hábitos, valores, miedos o sensaciones corporales. Por lo que se entiende que el coaching transpersonal, consiste en un proceso global de crecimiento personal que integra, fortalece y equilibra las cuatro inteligencias que componen el ser humano. Dichas inteligencias son:
- La inteligencia corporal. Es decir, todo aquello que tiene relación con el cuerpo físico y que se percibe a través de los sentidos. Lo que hace esencial que se aprenda a escuchar al cuerpo, gestionar lo que genera tanto estrés para aumentar la energía y tener una actitud positiva, ante los acontecimientos que se produzcan, transformar las adicciones negativas en hábitos positivos o proyectar la imagen que se quiere ante los demás.
- La inteligencia mental. Todo lo que se relaciona con lo que se piensa y la capacidad ilimitada del cerebro para transformarse. Esta capacidad es la que hace posible que afronten nuevos retos, se fijen metas y planes de acción efectivos, se gestione mejor el tiempo, así como se mejora la relación con el dinero y la prosperidad y permite compatibilizar la vida laboral con la familiar. Superar las crisis personales o profesionales, potenciar los puntos fuertes y desarrollar recursos, evitando la queja y pasando la acción, dependen por igual, de esta inteligencia y su desarrollo.
- La inteligencia emocional. De esta hemos oído hablar mucho en los últimos años y consiste en todo aquello relacionado con lo que se siente, las emociones permiten darse cuenta de cómo se ha construido la realidad y permite afrontar la responsabilidad para cambiarla. Con ella se aprende a resolver conflictos con la pareja, los hijos, la familia o mantener relaciones interpersonales que resulten saludables y fructíferas, aumentar la autoestima, tener confianza en uno mismo y los demás, gestionar las emociones negativas, dejar el victimismo, aprender a decir no y ser asertivo.
- La inteligencia espiritual, es la última de la lista. Consiste en la inteligencia relacionada con la identidad y la expansión de la conciencia. Entendiendo que nuestra vida se desarrolla en un universo lleno de probabilidades. Aprender a recuperar la ilusión, encontrar la misión en la vida y definir la manera en la que te ves dentro de unos años, alineando lo que se hace con lo que se piensa, disfrutando del presente, teniendo éxito y sintiéndose útil y en paz, teniendo momentos de satisfacción profunda.
En definitiva, el coaching transpersonal, permite que estos cuatro tipos de inteligencia, se desarrollen, dentro de un proceso de entrenamiento que facilita el alcance de los objetivos que nos propongamos y encontremos esa finalidad que tiene nuestra existencia.
Mirar… con otra mirada
Para entender esto, citaremos a Proust, quien escribió “el verdadero viaje al descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en tender nuevos ojos.” De ahí que sea esencial mirar con otros ojos cada situación que nos acontece para poder modificar lo que no nos gusta y entender cómo hacerlo.
Conceptualmente se puede entender que para tener una experiencia de unidad, no se puede hacer des una parte que quiere encontrar el Todo, sencillamente porque esa parte, es parte del Todo. Como si una ola pretendiera encontrar el mar, siendo el mar mismo. A nivel de experiencia, ola y mar, son lo mismo. Solo dentro de un marco conceptual pueden separarse proporcionándoles una identidad distinta. En ese momento ya no se tratará de un yo conceptual, un buscador de la experiencia global, se convertirá en algo desconceptualizado del Yo, lo que no es más que una construcción cultural. A este yo se entiende como algo que carece de existencia real y es totalmente subjetivo, por lo que debe dejar que se manifieste lo que se es en realidad. Siguiendo en la línea de la metáfora marítima, la ola debe dejar de tener existencia propia, dejar de creer que es algo y dejarse ser el mar que en realidad es, no tan solo una parte del mismo.
De tal manera que el enfoque del coaching se dirige a vivir la vida desde el bienestar que produce el dejarse fluir. Esa fluidez que se produce cuando se superan los problemas del día a día, más que cuando se logran esos objetivos tras los que aparecen otros de forma continua. El coaching transpersonal es un proceso de acompañamiento a la persona, para que vivan bien y se encuentren cómodos en la vida que viven, pero lejos del conformismo. Para ello se intenta facilitar un profundo desarrollo interior.
Este planteamiento del coaching transpersonal, trata de buscar las mejores maneras de calmar las aguas internas de cada persona, de forma que puedan visualizar el fondo del lago. Algo que se logra desarrollando actitudes que conlleven la eliminación de aquellos obstáculos que impiden abrir la ventana interior desde la que asomarse. Esto implica prestar suma atención a las situaciones cotidianas que surjan, para solventarlas con la mayor rapidez, evitando que generen ese molesto ruido interior.
Entendemos el ruido interior como todo aquello que rumiamos y nos produce algún conflicto o malestar interno. Pretender eliminar ese ruido al que estamos más que acostumbrados, puede parecer una quimera. Sin embargo, el coaching transpersonal invita a no renunciar y orientarse en esa dirección, en tanto que, durante el proceso se puedan llevar a cabo los cambios y espacios más o menos grandes, para poco a poco, crear esa actitud que permite fluir y ser uno mismo, o misma.
Las competencias del coach transpersonal, no son el mero acompañamiento, tienen que aportar una buena actitud de escucha y brindar la atención adecuada e intuitiva a lo largo del proceso. Saber hacer buenas preguntas, facilitar al cliente que salga de su zona de confort, animarle a enfrentar nuevos retos, etc. Por supuesto, este proceso requiere del desarrollo de una actitud interna que vaya acorde con esta nueva mirada que se adquiere. Lo que implica encontrarse en una condición de centrarse y estar en contacto con el interior, presando atención a la intuición, permaneciendo en un no saber y reduciendo el dialogo interior.
En resumidas cuentas, el coaching transpersonal es un viaje, a caballo o a pie, cuyo destino no es otro que encontrar la verdad de uno mismo o misma en su interior y, mostrarse al mundo tal y como se es y se siente en realidad. Lejos de fachadas, de temores y de fingir para agradar o no desencajar.